Sin llegar a ser demasiado proteccionista, si que debemos (o deberíamos) crear un pequeño paraguas sobre los más pequeños de la casa, sobre ciertas materias, ajustándolo mas o menos a cada edad. Al igual que sucede con la televisión, algunos videojuegos están cargados de violencia, sexo y comportamientos mas o menos desdeñables. Es por ello que cuando compramos un juego, hemos de informarnos correctamente de su contenido y de la edad para la que están diseñados. No sería la primera vez que veo en la cola de la tienda a un pequeño de 6 años con un juego hecho para los usuarios de 18.
Para ello solo hay que dar la vuelta a la caja del videojuego y fijarnos en todo lo que ponga, no solo del precio y si es o no compatible con tu ordenador o consola. Por ley, el juego ha de contener una información mínima de a quien está dirigido. De catalogar el videojuego en cuestión, se encarga una asociación llamada PEGI (Pan European Game Information), que cataloga todos los juegos comercializados en Europa, asignándoles una calificación por edades y otra por contenidos. La calificación por edades no puede ser más clara:
Desde la página de PEGI podéis buscar el juego que queráis para saber la clasificación que contiene, sin necesidad de ir a la tienda a darle la vuelta a la caja, y ver que la clasificación está tapada por el precio o el antirobo. Esto junto con una visita a la página web del juego os ayudará a elegirlo antes de ir a la tienda. Podéis hacerlo a desde este enlace.
Respecto a la clasificación por contenidos, distingue si el juego contiene violencia, lenguaje soez, puede provocar miedo, existen escenas sexuales, muestra apología de las drogas o el juego, o promueve la discriminación. A continuación, los símbolos, que sin saberlos de memoria son bastante explicativos.
En España, dicha información la regula aDeSe,
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